jueves, 15 de noviembre de 2007

Para quienes saben lo bueno que son los sueños...

Corrímos raudos por los caminos que el destino dictaba, pero nuestras voluntades eran puras. Los ojos de la sacerdotisa brillaron con un destello único. Todos los alli presentes q el momento estaba en el camino, ante nosotros, y fresco como una rosa recien cortada.

La palabras de la diosa nos animaron, nuestras almas se inflamaron de pasión y entonces supimos que el miedo nacia de nuestra ilusion. Y por todo ello supimos q nuestra cusa era justa, no como el loco demente que cree en su egolatría sino por las pasiones del alma.

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