miércoles, 12 de diciembre de 2007

La llamó celestial, bajo el ancho cielo

Entre la espiral de brumas el cruzado llorró amargado

Sostuvo su espada con fuerza, clavando la mano

Y apretó el escudo contra su pecho firme

Alzó la vista al cielo y a su alma

El orgulloso yelmo cubrió su rostro

La batalla lo llamaba

Siempre lo hacía

Y ya más al tiempo 10 años ha

Casa que no veía, su sangre afligida

El servicio a la causa

La fe con la suya propia

Perdido entre albores de amanecer

Destruyendo los rostros en su recuerdo

Las blancas tallas sacras

La negra virgen de corazón dolido

Un llanto en el averno

Y ángeles caidos no contados

La legión de su infamia

La amargura del amor frustrado

La pasion forjada en su pecho

una prisión de hierro

Un anillo en su cuello

Bronce en su piel

Y comn la muerte tras su sombra

Que cae la noche pura

Ultrajada Luna

Una guadaña de estrellas

Cortas el cielo cometa

Yaces en sigilo

Sin ruido por el grito secreto

Macerado en la bodega del buen vino

Donde la uva se toma

donde el alcohol fermenta

Una gota de vino, por el alma de su espada

Corriendo hasta la punta, sangre derramada

Dos cabezas en su alforja

El cazador consagado en herejías

Una guantelete de pelte en tu mejilla

La roja marca de la mano

Caudillos de ejércitos perdidos

Las legiones del desfiladero

Los ojos de la musa, prendidos de tu alma

Las voces de los niños

Los clamores de mujeres y hombres

Los fantasmas de la guerra

Las huestes del viajero

Un eterno camino por el desierto

Hasta el oasis de tu paraíso

En tu pecho se sobrecoje el alma

La leche de la vida, que juega con la magia

Un camino celeste, harto repetido

La muerte desde dos mil torreones

dieez mil espadas sobre tu pecho

¿Morirás orgulloso trovador?

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