miércoles, 27 de febrero de 2008

Arde aún junto a tu pecho llama de angustia. Dicen que prende de un fuego de lo arrasado. Una cuchilla calentada ardiente sobre tus ojos. Secas lágrimas y llantos perdidos. La muerte de milllones de infantes. Una tortura aciaga, un tormento para toda la vida.

Estigmas, en tu alma

En la muerte de la primavera

Tras el frío invierno la chimenea

Duerme el sueño de las máquinas, allí donde las altas torres parten el cielo con sus brazos, arañan el azul inverso de Poseidón, entre catorce torres de vigía amenazantes.

Y todo ello dicen que envuelve Arcadia

A los paseos de los atardeceres

A los besos de los amantes



Tres columnas de agua

En la recta Alemania

Suben altas paralelas a Mérida



Un trago junto a las aguas primordiales

El eco en tus oidos


Sin olas pero con frescura

Un velo en el aire


La hija de Anubis baña su cuerpo en sol

Bajo los ojos de ruiseñor de Horus

recorre la senda de tierra y agua

hasta la pirámide roja


Un tangram sobre tierra sobre asfalto. Y los donceles caminan rumbo hacia Metis. Mientras, con la vista alcanzas la voz del cielo. Así suenan las calmas celestiales entre un espeso manto de pino. Con su aroma en tu mano, con la frescura del rocío de la mañana.


Laboriosas hijas de Dios. Bajo un frontispicio griego y hierro

Un cónclave de rejas.



Un rey con el arco tensado hacia el infinito.


Arropado por sus leales junto a él, bañados en reflejos.



La gloria acompaña junto a las rosas, que a rato crecen desojadas, a rato frescas. Un perfume de arroz y palabras sobre tierras lejanas y más cercanas. Una caida que evoca a las marismas. Un aleteo en el aire saltando hasta las pérgolas,

como un delfín,

y viene.


Los pilares del tiempo junto al lago primordial bajo las aguas. Y los escondidos susurran secretos en sus reversos a cambio de un pago de agua. Algunos traen engaños, otros simplemente mienten consigo mismos.


Y algunos ni son hasta elegirlo...


Antes que ellos un león de la muerte le ruge a la vida, sin mano que lo cabalgue

Sus ojos encendidos miran fijamente, mientras sacude la cola.

Y el tiempo se entremezcla

Dicen que son las palabras del poeta, ciegas



Tiempos como una baraja de cartas, que se revuelve serpentínea

Y todos confluyen en la luz desta era.

Bajo las pérgolas del parque

QUÉ FRESCAS HUELEN LAS ROSAS!!!


Más allá con pies de mármol ramas de paloma se levantan. Están retorcidas ante proyecciones de sueños, escuchando el bullicio de la plaza cubierta

Tintinean las cucharillas, la jovialidad, un trasiego frente al hieratismo almendrado. Dulces de azúcar y monedas de plata, chocolate y níquel

La ruta del León y la de la salida de las naos desde aquél tiempo.

En el fondo otra vez torres de juguetes y castillos de música. Tiernos ositos trenzan sus brazos entre pisos y el mundo y la vida fluyen bajo cientos de lámparas y pan recién hecho...

...que cálido..., ...que frío...

...que frío acaricia a los sacrificados hijos del mar

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